DIANA L. RUIZ RINCÓN
              Existen varios ejemplos para señalar corrientes filosóficas que caen en el irracionalismo[1],  esto debido a varios factores, pero sobre todo a un ausente o mal  trabajo historiográfico capaz de demarcar las líneas o parámetros  ideológicos particulares. George Lukacs, en la introducción de su libro “El asalto a la razón”[2]  hace referencia al irracionalismo en la corriente dominante de la  filosofía burguesa, donde lo que pretende hacer es establecer la  trayectoria fundamental de la filosofía como la respuesta del  pensamiento reaccionario[3] a los grandes problemas de la época.
              El  trabajo de Lukacs es una reseña procedimental historiográfica, demarca  los lineamientos y la metodología que ha de segur para alcanzar el fin  que se propuso con su obra: la de explicitar que “No hay ideología inocente”, nacida en completa situación de aislamiento y al margen (y a demás cerrada) de otras corrientes y contextos.
George  Lukács (Lukács, György) nació en Budapest en 1885 y murió en 1971 allí  mismo. Filósofo y político húngaro de familia burguesa, se doctoró en  filosofía en 1906 y residió en Berlín y en Heidelberg de 1909 a 1914,  donde fue influido por Simmel y por Weber y donde trabó amistad con  Bloch. De nuevo en Budapest (1914), ingresó en el Partido Comunista  (1918) y fue comisario de educación con Bela Kun, tras cuya caída emigró  a Viena, Berlín y la Unión Soviética (1933-1945); ministro de cultura  con Nagy (1956), al caer éste se exilió de nuevo, aunque volvió en 1957.  Además de Historia del drama moderno (1908) y de El alma y las formas (1911), es autor de Historia y conciencia de clase (1923), obra criticada por la ortodoxia comunista, La novela histórica y Balzac y el realismo francés (ambas de 1936), Goethe y su época (1946), El joven Hegel (1948), El asalto a la razón (1952-1954) y la inacabada Ontología del ser social (1971-1973). 
En obras como Los problemas del realismo, la novela histórica y el asalto a la razón  realiza una crítica feroz a toda literatura “irracional” (Kafka, Joyce,  Nietzche), a la que tilda de decadencista e individualista, acusación  que en la Crisis de la filosofía burguesa extiende al existencialismo sartreano. (Méndez [at. el.]; 2001: 234)
Ahora  bien, el termino historiografía fue acuñado por T. Campanella para  indicar el “arte de escribir correctamente la historia”. Significa el  conocimiento histórico general o el conjunto de las ciencias históricas.  La interpretación del conocimiento como la historia universal  corresponde a la interpretación de la realidad histórica como mundo; y  su interpretación como historia pluralista corresponde a la  interpretación de la realidad histórica como objeto definible o  comparable solamente a través de los instrumentos de investigación de  que se dispone. (Abbagnano; 1991: 617)
La  historia de la filosofía no es la historia de las ideas filosóficas o  de las personalidades que la sustentan. Es posible poner claramente de  relieve la diferencia entre los problemas de veras importantes y de  significación permanente y las gradaciones de matices puramente  profesionales.
...  el camino que, partiendo de la vida social, conduce nuevamente a ella  el que da al pensamiento filosófico su verdadera envergadura y el que  determina su profundidad, incluso en su sentido estrictamente  filosófico. (Lukács; 1983: 4)
Señalar  el camino seguido en el terreno de la filosofía, y demostrar cómo esta  trayectoria real se refleja en la filosofía es una de las principales  tareas de quien dedica su vida al desarrollo historiográfico de los  momentos ideológicos. Se debe dar importancia primordial a la selección  de la materia, a la génesis y a la función social. 
“La  actitud favorable o contraria a la razón decide... en cuanto a la  esencia de una filosofía como tal filosofía, en cuanto a la misión que  está llamada a cumplir en el desarrollo social... La razón refleja  siempre el carácter racional (o irracional) concreto de una situación  social” (Lukács; 1983: 5)
El  objetivismo de la crítica filosófica hacia una ideología no se puede  criticar desde un modelo discursivo que posee los perímetros de otro.   Será indispensable que demostremos también, en el terreno de los hechos y  filosóficamente, su incoherencia interna, su carácter contradictorio,  etc. Así, la disputa filosófica es un reflejo de la realidad. Sin  embargo en la mayoría de los casos, los ataque ideológicos devienen en  disputas, guerras y revoluciones. La ponzoña ponderativa  emana del  problema central a la periferia: a la arbitrariedad, el carácter  contradictorio, la precariedad de los fundamentos, las argumentaciones  sofísticas, etc., caracteriza de un modo cada vez más agudo las  filosofías. La baja del nivel filosófico es uno de los signos esenciales  en el desarrollo del irracionalismo.
“El  nivel filosófico de un ideólogo depende en última instancia de la  profundidad con que sepa penetrar en los problemas de su tiempo, de su  capacidad para saber elevarlos a la altura suprema de la abstracción  filosófica, de la medida en que las posiciones de la clase cuyo terreno  posa le permitan ahondar hasta lo más profundo de estos problemas y  llegar hasta el final de ellos”. (Lukács; 1983: 8)
El  historiador de la filosofía debe poner de manifiesto cómo las  diferentes etapas de la filosofía nacen como otras tantas respuestas a  los problemas planteados. Nunca en un sentido de modas ni mitomanías. El  desemboque de la filosofía sólo puede considerarse como algo necesario  (concreto). Empero, si queremos comprender certeramente el desarrollo de  la filosofía, debemos tener siempre presentes la trayectoria que lo  entraña, la unidad de los contenidos y los métodos, la exaltación de las  tendencias, el necesario, constante y rápido descenso del nivel  filosófico, es decir, no únicamente trabajar con abstracciones sino  aterrizarlos en la realidad.
Desentrañar  claramente los motivos y tendencias que han presidido el desarrollo  filosófico presenta una evidente problemática para el que pretende hacer  historiografía, pues la filosofía con el  tiempo se complejiza, para  ello Lukács propone una reducción para su estudio, es decir, analizar  aspectos por separado, en vez de diluirlo y dispersarlo, para así ayudar  a la claridad y a la visión de conjunto de la filosofía (en algunos  casos para luego ponerlos en relación). 
Aún no existe una historia concreta de alguna ideología filosófica pues los  historiadores ignoran totalmente la significación de las corrientes  filosóficas, o la reducen a las mínimas proporciones, a ello se debe el  que no puedan adoptar una actitud certera, ni siquiera por aproximación y  en lo tocante a los hechos, ni ante su fase posterior de decadencia. 
Para  éste autor, el historiador de la filosofía no penetra en los rasgos  específicos del periodo. No comprende los problemas reales del periodo  estudiado y presenta su contrariedad entre todos los problemas como una  simple diferencia de temática dentro de una orientación fundamental  coincidente en esencia, es en esta parte donde se muestra necesaria la  intervención de una historiografía que se lance al rescate de las ideas  centrales y sus debates.
Intenta  esbozar las condiciones especiales que hacen de X un terreno propicio  para la generación de Y ideología o línea filosófica[4] siguiendo unos pasos bastante simples  para realizar una historiografía más o menos completa:
1.       La localización de personajes concretos con relación a su contexto.
2.       La historia concreta de cada uno de los personajes.
3.       La delimitación de aspectos a abordar.
“Una ley histórica, un concepto histórico envuelve una verdadera contradictio in adjecto”. (Lukacs; 1983: 16-17)
La  exactitud o inexactitud de los reflejos conceptuales de una realidad  objetiva que existe independientemente de nuestra conciencia o, más  exactamente,  el grado en que nos aproximamos a ella, se comprueba  solamente en la práctica y a través de ésta. Uno de los servicios que la  filosofía presenta consiste precisamente en ofrecer al hombre cierto  “confort” en lo tocante a la concepción del mundo, la ilusión de una  libertad total, la ilusión de la independencia personal y la dignidad  moral e intelectual, en una conducta que lo vincula en todos y cada uno  de sus actos.
La significación ideológica de tendencias se refiere a los siguientes puntos:
1.       Creación de mitos.
2.       Nuevas explicaciones de la realidad.
3.       Filosofía.
4.       La objetividad de la razón con relación a la realidad.
“Fundirse  con toda la vida, vibrar con la vida toda, significa permanecer frío e  indiferente ante la vida: las auténticas emociones se esfuman en el  medio de la sensibilidad universal. Un pogrom se desarrolla en duración  (durée) ni más ni menos que una revolución: tratando de comprar los  momentos de la duración en su colorido individual y admirando la  dinámica de la confusión de estos momentos, se olvida cabalmente que en  un caso se trata de un progrom y en el otro de algo muy distinto, de una  revolución”. (Lukacs; 1983: 23)
El  filósofo-historiador, o el historiador-filósofo debe tener la habilidad  de saber en qué momentos la filosofía se relaciona con otras ciencias.  Las transformaciones del pensamiento o ideología no pueden llevarse a  cabo sin la necesidad de una reestructuración esencial en lo tocante al  contenido y al método.
“Hemos  creado nuestro mito. El mito es una fe, una pasión. No es necesario que  sea una realidad. Lo que le infunde realidad es el hecho de que  estimula la fe e inculca valor”. (Lukacs; 1983: 27)
En síntesis, las  distintas corrientes filosóficas no surgieron de manera aislada ni por  generación espontánea, su levantamiento obedece a circunstancias  específicas que crearon necesidades que provocaron el desarrollo de  respuestas explicativas o descriptivas de la realidad concreta a la que  es ser humano se enfrenta diariamente. 
El  producto ideológico es la respuesta a la realidad, y de esta manera se  puede trazar una línea del tiempo, es decir, la evolución biológica,  social, cultural e histórica del ser humano se encuentra vinculado  directamente con su entorno más próximo y con las necesidades que éste  le genera; evoluciona su interactuar con su realidad y a la par el  requerimiento de poder comprender su mundo.
Luego,  al ser el ser humano un ente antropológicamente social tiende a la  creación de ideológica determinadas en condiciones concretas sociales,  pero distintas. Recurre a los discursos explicativos con el objetivo de  hallarles aplicabilidad, los conceptos abstractos con los que vive son  dirigidos a momentos concretos con los que interactúa. Así, la  importancia del desarrollo de una óptima historiografía en lo tocante a  los temas filosóficos o a las distintas filosofías es de carácter  crucial, pues ésta tendrá la responsabilidad de proveer a las futuras  generaciones de la explicación del desarrollo necesariamente sistemático  de las filosofías.
BIBLIOGRAFÍA
       Abbagnano, Nicola, Diccionario de filosofía, Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 1991.
       Lukács, George, El asalto a la razón la trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler, Ed. Grijalvo. México, 1993.
       Méndez, María Luisa, [et. Al], Biografías de personajes y sus obras, Ed. Cultural S.A. de C. V. Madrid, 2001.
[1]  Termino aplicado a las filosofías de la vida o de la acción, es decir, a  las filosofías que como la de Schopenhauer, por ejemplo, consideran el  mundo como la manifestación de un principio no racional. (Abbagnano;  1991: 704)
[2] Se  trata de un estudio de la trayectoria seguida por la filosofía  irracionalista, que se inicia con Shelling y termina con los exponentes  más característicos de la ideología que preparó el camino al fascismo.
[3]  En política se refiere a el movimiento que tiende a anular o  neutralizar los efectos de una revolución o de un cambio cualquiera o,  asimismo, a hacer preventivamente imposible todo cambio. (Abbagnano;  1991: 988)

No hay comentarios:
Publicar un comentario